Otro aporte para seguir en el campo

El programa «Uruguay Rural», con el apoyo de Fundasol, hace más de tres años adjudica microcréditos para apoyar financieramente a las poblaciones rurales con bajos recursos y
de menos de 5.000 habitantes.
Fundamentalmente, a pequeños productores y asalariados rurales.
En San José, el programa lleva destinado por este concepto más de once millones y medio de pesos uruguayos, llegando a más de mil familias rurales.

Verónica y Anabella, analistas de crédito.

ALEJANDRA FUENTES

Esta herramienta pretende ayudar a los pequeños productores, comerciantes o trabajadores de zonas rurales, en el desarrollo de proyectos productivos y cubrir las necesidades básicas de sus familias. También fomentar la descentralización local, involucrando a los vecinos en la toma de decisiones.
Por eso, para que exista la herramienta en la zona, se debe contar con el Comité de Crédito Local, integrado por vecinos referentes. Éste aportará conocimiento sobre la localidad y sus pobladores, y decidirá sobre la viabilidad de la propuesta y la utilización del crédito. Además, entre otras ventajas, el Comité acompaña el control de los créditos activos y se mantiene en contacto permanente con el analista de crédito.
En definitiva, el Comité es la garantía social necesaria para que el beneficiario acceda al beneficio.
Hay dos líneas de microcrédito. Una para cubrir las necesidades básicas de la familia, como: transporte, vestimenta, lentes y demás. Se otorgan hasta $3.000 la primera vez y se puede duplicar o más aún, a medida que se va renovando.
Una segunda, que financia proyectos productivos agropecuarios o no, como la compra de vacas, insumos para comercios y otros. No supera los $12.000 en el inicio, pero puede llegar a los $24.000.
Los plazos de crédito van de 3 a 12 meses.
La tasa de interés es de un 28% anual. Si el préstamo es de $12.000, en un plazo de 12 meses se pagaría $1.656 de interés en el año. Y mensualmente se deberá abonar, en total, $1.138.
Verónica Gómez y Anabella Espínola son ‘analistas de crédito’. La primera señala que en su caso fue elegida por los técnicos de Uruguay Rural y Fundasol y desempeña su labor en la zona sur del departamento desde hace tres años.
Anabella fue contratada este año. Abarca la zona noroeste y es oriunda de la Colonia Fernández Crespo. «Nos pedían conocimientos de Administración y acceso a Internet para poder desarrollar esta tarea. Aunque también se hizo mucho hincapié en que las personas postuladas conocieran bien el medio rural», agregó Verónica. «Nosotros nos entrevistamos con los interesados en el microcrédito y hacemos un análisis de su situación financiera; de ahí lo de ‘analista’».
La forma de pago se adecua a la realidad de producción del interesado. Por ejemplo, si alguien desea hacer un invernáculo, «esperaremos a que lo haga y empezará a producir quizá a los siete u ocho meses… por eso se le ofrecerá durante ese tiempo un período de gracia donde sólo pagará intereses (…) Ahora, si es tambero, que tiene la leche todos los meses, tengo que ofrecerle que lo amortice mensualmente», explicó la analista de zona sur.
Basada en la experiencia personal, Anabella señala que quienes buscan microcréditos en su zona son pequeños queseros y pequeños productores. «Sacan para plantar, para hacer un alambrado o mejorar la quesería o el tambo, arreglar un camino… Y en otra área puede ser un microcrédito para una tejedora».
Los analistas actúan como intermediarios entre el productor y el Comité de Crédito.
Verónica detalla: «Yo trabajo con cinco Comités de Créditos, que están formados por gente de la comunidad, comprometida con el desarrollo de la zona. Todos funcionan diferente, pero tienen el mismo objetivo (…) Para los analistas es importantísima la labor del Comité. Nosotros podemos percibir algo cuando visitamos a cada familia, pero no podemos conocer a todos los solicitantes. Por eso está el Comité para darnos mejores referencias».
Como interesada, cada persona debe ponerse en contacto con los analistas y se le entrega un formulario tipo, donde figuran datos personales, datos económicos y un panorama de la situación en que vive; todo lo necesario para que «Uruguay Rural» corrobore que esa persona es alguien a quien el programa quiere llegar por sus características. También puede contactarse con los técnicos de Uruguay Rural.
En general, quienes acceden al microcrédito responden bien: «Es un tema de conciencia. El vecino sabe que si no se paga en fecha, se pierde la herramienta  para la zona; porque nosotros estamos afectados por un índice de recuperación. Según ese índice es el acceso a la herramienta. (…) Si la recuperación es menor al 80%, sólo habrá renovaciones, pero si aumenta ese porcentaje, no se otorgan nuevos créditos».
Los buenos pagadores son premiados «en la última cuota se les quita una parte del interés. Pagarán un 3% menos».
Como toda herramienta, el microcrédito también tiende a desgastarse, comienza a bajar el índice de recuperación y surge la necesidad de realizar asambleas para hacer una ‘puesta a punto’ de la situación general. Verónica agrega: «Tomamos el modelo de un compañero de Rivera, que, a  través de las Asambleas, ha podio lograr un buen índice de recuperación; porque es donde la gente se compromete mejor y no quiere perder la herramienta. En estas asambleas participa toda la comunidad, porque toda está involucrada».
Si bien hay difusión sobre esta herramienta que ofrece «Uruguay Rural», su representante local, Heber Sellanes, señala que aún «falta mucho».
Los centros de referencia zonal que más colaboran son las escuelas. Allí se les entrega material informativo a los niños, que rápidamente los hacen llegar a sus padres. Además se coordinan reuniones informativas.

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